El género dramático comprende aquellas obras literarias, en verso o en prosa, que representan algún conflicto de los seres humanos por medio del diálogo de los personajes, y que van destinadas a ser representadas ante un público.
El género dramático tiene su origen en Grecia, donde las representaciones teatrales, que poseían un carácter sagrado, estaban relacionadas con el culto a Dionisos. Durante la Edad Media el teatro se desarrolla en el interior de las iglesias, de donde proseguiría posteriormente en la calle a cargo de seglares. Con el Renacimiento resurge la tradición teatral, que se desarrolla ampliamente durante el Siglo de Oro. Será en el siglo XX cuando tengan lugar los cambios e innovaciones más radicales.
Entre las características del género teatral podemos destacar las siguientes:
- Representación del mundo exterior y objetivo, e interacción del hombre con ese mismo mundo.
- El drama exige la presencia física de la figura humana.
- Requiere unos actores que den vida a la obra en un escenario; si esto no ocurre, la obra no llega a ser teatro, se queda en literatura dramática.
- El discurso dramático tiene dos referentes: la historia y una serie de signos no lingüísticos que remiten a la historia.
- La acción dramática se presenta siempre como actualidad para el espectador, aunque la trama se sitúe en el pasado o en el futuro.
- Los episodios se subordinan, sin desvíos, a las exigencias de la dinámica del conflicto, por lo que son eliminados figuras superfluas y episodios laterales.
- Para describir al personaje, el dramaturgo recurre a la voz, al gesto, al silencio y a la escenificación.
- El estilo del drama es reiterado, insistente, y sirve a una acción que avanza sin desviaciones, lo cual está condicionado por el público teatral: el espectador no puede volver atrás para asistir a la representación de una escena que no ha comprendido.
En toda obra dramática encontramos los siguientes elementos: la acción, los personajes, el espacio, el tiempo, los apartes, las acotaciones, el autor y el público.
ACCIÓN: es el argumento que se desarrolla en la representación. Dicha acción lleva consigo una necesidad de solución que llamamos tensión dramática de las situaciones y de los personajes. Entre los elementos de la tensión dramática destacan el clímax (intensificación del conflicto) y el anticlímax (declinación).
Desde el punto de vista externo es habitual separar la acción dramática en actos, llamados jornadas en el Siglo de Oro (normalmente tres, aunque también encontramos obras de cuatro o cinco actos), que, a su vez, se subdividen, según los matices de la tensión dramática, en las mínimas unidades de construcción: las escenas (cada vez que un personaje sale o entre en el escenario). No obstante, estas divisiones no son obligatorias.
PERSONAJES: son los dinamizadores de la acción dramática. Suelen aparecer agrupados en una lista al principio del texto escrito y caracterizados. Según el grado de importancia que adquieren los personajes en el desarrollo de la acción dramática se distinguen entre personajes principales (dentro de ellos se encuentran los protagonistas, que desempeñan la función fundamental dentro de la acción, y los antagonistas, que se oponen con sus actos a que avance la acción) y personajes secundarios. También suele distinguirse entre personajes tipo, que son personajes estereotipados, sin complejidad psicológica, y cuya conducta se adapta a un parámetro preestablecido, y personajes de carácter o individuo, con una rica psicología que evoluciona a lo largo de la obra.
Ante la desaparición del hablante narrador característico de la novela, la comunicación entre los personajes la representa el diálogo. Los personajes se definen por lo que dicen, por lo que hacen, por cómo se relacionan, pero también por lo que los demás personajes nos dicen y por su relación con estos. Estos personajes se expresan por medio de la palabra y otros signos (contenidos en las acotaciones). La palabra dramática es representada por el diálogo, que va modelando los caracteres de los personajes, o por el monólogo, que generalmente realiza uno de los personajes que queda a solas en el escenario y que exterioriza su mundo interno, oculto.
A propósito de la palabra, es importante el decoro —procedente del teatro del Siglo de Oro—, es decir, que la forma de expresarse el personaje debe ser adecuada a este.
TIEMPO: este se trifurca en: tiempo dramático, que es el tiempo que dura la representación (en torno a las dos horas); tiempo de la ficción, o de la acción, el cual no tiene por qué ser lineal, pudiendo existir saltos, hiatos, premoniciones, analepsis y prolepsis; y tiempo aludido o época en que se desarrolla la acción dramática, referencias culturales que no se dan en la obra, pero que nosotros conocemos.
ESPACIO: este se divide en: espacio escénico, o lugar donde se desarrolla la obra (arquitectura teatral), y espacio dramático, o lugar donde transcurre la acción, en relación con el tiempo aludido o época.
APARTES Y ACOTACIONES: además del diálogo y el monólogo también son importantes los apartes, intervenciones verbales de un personaje que los demás personajes no oyen; y las acotaciones, indicaciones del autor de la obra —pueden referirse a gestos, vestuario, tono de voz, objetos, etc.—destinadas a clarificar la comprensión o el modo de representación de la obra.
AUTOR, que crea la obra, la cual es adaptada por el DIRECTOR según su sensibilidad.
PÚBLICO: es el que paga y sostiene el espectáculo.
El género dramático se subdivide en géneros mayores (tragedia, comedia y drama) y géneros menores (farsa, paso, entremés, vodevil, sainete, auto sacramental, etc.).
Comentarios
Publicar un comentario