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LA NOVELA Y EL CUENTO HISPANOAMERICANOS EN LA SEGUNDA MITAD EL SIGLO XX

1) LA NUEVA NOVELA HISPANOAMERICANA: EL BOOM
El auge de la novelística hispanoamericana suele circunscribirse a la década de los años sesenta, durante la cual se produce el llamado “boom” de la narrativa hispanoamericana o, lo que es lo mismo, su definitiva internacionalización y una renovación de la novela en su conjunto. Los antecedentes los tenemos en la renovación de la novela en las décadas de 1940-1950, cuando aparecen nuevas formas de concebir el discurso novelístico con nuevos procedimientos narrativos que recogen lo mejor de la vanguardia. El primer relato que lleva el sello de un cambio definitivo fue El pozo (1939), de Juan Carlos Onetti, a la que le seguirán obras destacadas como El señor presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias o El túnel (1948) de Ernesto Sábato. Estas y otras narraciones han de considerarse el inicio de la definitiva renovación que se consagrará después.
La década de los cuarenta inicia ya prácticamente todas las corrientes y modalidades que habrían de tener un desarrollo posterior. Nuevas poéticas surgidas ya en estas décadas, como la de la “literatura fantástica”, de Borges, o el “realismo mágico” (que supone una reinvención de la realidad mediante la fusión de elementos reales con otros que pertenecen al mundo de la fantasía), de Alejo Carpentier, derivan directamente de las conexiones de sus formuladores con las vanguardias europeas. Hay un cuestionamiento de la angustia y los temas existenciales (así, la soledad o incomunicación en Sábato, y la frustración y el absurdo en Onetti) y una serie de influencias destacadas, tanto europeas (Joyce, Proust, Kafka) como norteamericanas (Faulkner, Doss Passos,…). Todos estos elementos configuran básicamente el definitivo cambio.
Como textos representativos de los años 50 destacamos: Los adioses (1954), de Juan Carlos Onetti; El papa verde (1954), de Miguel Ángel Asturias; Los ríos profundos (1958), de José Mª Arguedas; Pedro Páramo (1955), de Juan Rulfo; La hojarasca (1955), de Gabriel García Márquez; etc. Algunos de estos novelistas serán considerados integrantes del llamado “boom” que tendrá lugar en la década siguiente.
Llamamos “boom” a la definitiva internacionalización de la “nueva novela” hispanoamericana. El fenómeno estuvo muy ligado al bloqueo de Cuba de 1959 producido como consecuencia de la revolución castrista, que propició la formación de un grupo de escritores contrarios al bloqueo (Cortázar, Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa), en torno al cual empezaron a aglutinarse otros muchos narradores. El “boom” apareció ligado a un fenómeno comercial: la industria editorial española le granjeó una gran promoción publicitaria, y se creó el premio “Biblioteca Breve” de novela, otorgado por primera vez a Vargas Llosa por La ciudad y los perros. Algunos premios “Nadal” también fueron concedidos a autores hispanoamericanos. Igualmente cooperaron las numerosas traducciones que se hicieron, así como las adaptaciones cinematográficas y coloquios, congresos, artículos, monografías…, todo ello seguido de un gran éxito de lectura. El broche final de la definitiva internacionalización de esta narrativa la pondría Miguel Ángel Asturias, al serle concedido el Premio Nobel de Literatura en 1967.
Algunos textos de los años sesenta son los siguientes: La muerte de Artemio Cruz (1962), de Carlos Fuentes; Rayuela (1963), de Julio Cortázar; La ciudad y los perros (1963), de Vargas Llosa; Paradiso (1966), de Lezama Lima; Bomarzo (1962), de M. Mujica Laínez; Tres tristes tigres (1967), de Cabrera Infante; Cien años de soledad (1967), de García Márquez, etc.
A continuación señalamos brevemente algunas de las figuras más destacadas del “boom”:
* Juan Carlos Onetti (uruguayo): Su primer libro, El pozo (1939), es breve pero revolucionario para su momento. Le siguen obras de mayor relieve como El astillero (1961) o Juntacadáveres (1964). Persigue un retrato interno del hombre como símbolo de los problemas planteados al individuo por la civilización contemporánea; su visión de la existencia y de la sociedad es pesimista y desesperanzada.
* Manuel Mujica Laínez (argentino): Es autor de cuatro novelas históricas que lo convierten en maestro del género, entre las que destacan Bomarzo (1962) y El Unicornio (1965).
* Juan Rulfo (mexicano): Destaca por su novela Pedro Páramo (1955), en la que combina las voces de distintos narradores, yuxtapone escenas alejadas en el tiempo y el espacio, mezcla relatos de personajes vivos y difuntos, etc., hasta el punto de que el texto ha sido unánimemente alabado como una pequeña obra maestra.
* Julio Cortázar (argentino): Es gran cultivador del cuento fantástico. Entre sus narraciones largas destaca Rayuela (1963), uno de los éxitos editoriales del “boom”, a pesar de su difícil originalidad, basada en su estructura en “collages” que se concreta en capítulos y recortes que pueden componerse de mil maneras diferentes, ofreciendo dos posibilidades de lectura: una en orden lineal y otra inspirada en el juego de la rayuela (en el que se salta de casilla en casilla).
*Gabriel García Márquez (colombiano): Actualmente es el escritor en lengua española de mayor renombre internacional, desde la publicación de Cien años de soledad (1967), novela ambientada en el imaginario Macondo, donde nos relata la saga familiar de los Buendía, desde sus fundadores hasta el último descendiente, que nace con cola de cerdo. Otros obras destacadas son El Coronel no tiene quien le escriba (1962) y Crónica de una muerte anunciada (1981). Le fue concedido el Premio Nobel en 1982
*Mario Vargas Llosa (peruano): Su carrera novelística se inicia con La ciudad y los perros (1963) y continúa con obras como Conversación en la catedral (1969) o Lituma en los Andes (1993). Destaca por la construcción y el interés de sus historias.
Otros autores relevantes son: Miguel Ángel Asturias, José Donoso, Augusto Roa Bastos, José Lezama Lima, Manuel Puig, Alfredo Bryce Echenique, Severo Sarduy, Ernesto Sábato, Carlos Fuentes, etc.
Tras el “boom” vendría el “postboom”, o el “boom junior”, ya en las décadas de los 80 y 90. Continúan publicando las figuras consagradas y aparecen otras nuevas. Aunque no desaparece el experimentalismo, van disminuyendo poco a poco las complejidades estructurales. Algunos títulos de estas décadas son: La casa de los espíritus (1985) y Cuentos de Eva Luna (1987), de Isabel Allende (que continúa la línea del realismo mágico); El amor en los tiempos del cólera (1986), de García Márquez; Como agua para chocolate (1989), de Laura Esquivel; Los detectives salvajes (1998), de Roberto Bolaño; etc.
2) EL CUENTO HISPANOAMERICANO
El cuento ha gozado de un gran protagonismo en la narrativa hispanoamericana. Entre los principales representantes del cuento hispanoamericano en el período que estudiamos destacamos:
* Jorge Luis Borges: uno de los más asombrosos autores de cuentos de nuestra época. Sus relatos nos ponen en contacto con lo insólito y excepcional, proponiéndonos sutiles juegos mentales llenos de inteligencia. Sus cuentos se recogen en volúmenes como Ficciones (1944) y El Aleph (1949).
* Juan Rufo: aporta una colección excepcional de cuentos con El llano en llamas (1953).
* Julio Cortázar: se reveló como un inteligentísimo cultivador del cuento fantástico con Bestiario (1951). En sus cuentos hace surgir lo maravilloso dentro de lo cotidiano, como reflejo de su complejidad. Es uno de los principales representantes del realismo mágico.
Otros representantes del cuento hispanoamericano son: Mario Benedetti, José Donoso, García Márquez, Juan José Arreola, Augusto Monterroso, etc.

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