GOETHE Y SU ÉPOCA
Johann
Wolfgang von Goethe (1749-1832) quizá sea, junto con Shakespeare y Cervantes,
el paradigma del gran escritor universal. Nacido en Frankfurt, hijo de un
abogado y consejero imperial, estuvo dotado de una prodigiosa inteligencia y llegó
a acumular una amplia cultura; el principal rasgo que lo caracteriza es su
polifacetismo (fue poeta, filósofo, científico, dramaturgo, novelista,
político, moralista y sabio).
Goethe estudió
Derecho en Leipzig (1765), pero una grave enfermedad lo obligó a dejar los
estudios en 1768 y volver a su ciudad natal; durante su convalecencia estudió
filosofía ocultista, astrología y alquimia, y se introdujo en el misticismo
religioso. De 1770 a
1771, estuvo en Estrasburgo para
proseguir sus estudios de Derecho, donde
conoció a Friederike Brion, que más tarde le serviría de modelo para personajes
femeninos de sus obras, y al filósofo y crítico literario Herder, quien lo
enseñó a apreciar la poesía popular alemana, y con el que colaboró en la redacción
del manifiesto Sturm und Drang
(«Tormenta e ímpetu»), considerado el preludio del Romanticismo en Alemania, y
que toma su nombre de un drama del escritor Friedrich von Klinger.
Tras
graduarse en Derecho y volver a Frankfurt para ejercerlo, escribió varias obras.
Al año siguiente, como resultado de un desdichado incidente amoroso con
Charlotte Buff, prometida de uno de sus amigos, y de la que se enamoró
perdidamente, Goethe ofrecería su primera muestra de romanticismo al más puro
estilo rousseauniano con su novela Las desventuras del joven Werther
(1774). El año 1775 se trasladó a Weimar,
que entonces era uno de los centros intelectuales y literarios de Alemania.
Entre 1786 y 1788 vivió en Roma. De nuevo en Weimar comenzó un periodo de gran
creatividad literaria, hasta su muerte en 1832.
Su contexto
Tal como ocurre con Boccaccio o
Shakespeare, también la obra de Goethe se sitúa en un momento de transición
entre dos épocas históricas y artísticas diferentes: el racionalismo clásico
del siglo XVIII y la agitación revolucionaria del Romanticismo. Si el lema del espíritu y la literatura de la Ilustración pudiera
resumirse en “razón y sentido de la medida”, según avanza el siglo ese
equilibrio que los ilustrados buscan va a irse alterando a través de un proceso
en el que la libertad incrementa su peso en detrimento del sentido de la
medida. El prerromanticismo sería la
manifestación estética de ese desequilibrio. Desde mitad del siglo XVIII, y de
manera progresiva según se acerca su final (no olvidemos que en 1789 se inicia la Revolución Francesa),
el deseo de libertad se extiende a todos los ámbitos de la vida social y
cultural, y entre ellos, como no podía ser menos, a la literatura, que
lentamente va rompiendo con las barreras, reglas y preceptos que imponía la
estética neoclásica. Entre los rasgos más sobresalientes de esta estética
“emergente” podemos citar los siguientes:
- Mayor peso de los sentimientos y la emoción frente a la razón.
- Incremento del valor de la imaginación y la originalidad frente a la imitación.
- Paso de una literatura centrada en lo útil a una literatura basada en la exaltación de la intimidad.
- Desaparición del tono didáctico de las obras literarias.
- La libertad como valor absoluto.
- Puesta en entredicho de las reglas y preceptos del Neoclasicismo.
- Reivindicación del concepto de “genio” y del escritor como “creador” y de la literatura, por tanto, como obra singular e irrepetible.
Si bien no faltarán precedentes y
seguidores en Francia (Rousseau) e Inglaterra (Richardson, Fielding), esta
nueva sensibilidad tendrá su núcleo literario más relevante y significativo en
la literatura en lengua alemana; Alemania será el país en el que se inicie el
Romanticismo y desde el que irradie a todos los países europeos. Desde muy
temprano, el Romanticismo alemán adquirió caracteres distintos de los que
muestra en el resto de Europa; así, por ejemplo, no apareció en brusco
contraste con las ideas del XVIII, que se basaban en la Ilustración, sino que
surgió como evolución natural del cruce de ideas de ese mismo siglo XVIII. Un
grupo de jóvenes patriotas rechazará el clasicismo al que identifican con
Francia y buscará inspiración en las tradiciones populares germánicas. Además
de Goethe, en Alemania destacaron J. G. Herder, principal teórico del
movimiento, y Schiller.
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