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FICHA DE LECTURA: UN VIEJO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR



FICHA DE LECTURA:
UN VIEJO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR

EL AUTOR
Luis Sepúlveda (1949) nació en Ovalle (Chile). Es uno de los escritores en lengua española más leídos y traducidos de Europa. Participó en el movimiento estudiantil de su país; fue apresado y, más tarde, durante el régimen militar, tuvo que exiliarse. En 1980 fijó su residencia en Hamburgo (Alemania), donde ha trabajado como escritor y periodista. Ha escrito colaboraciones para periódicos y revistas de España y América Latina. Ha cultivado diversos perfiles de la narrativa, como el relato ecologista, el cuento infantil, la novela de intriga, la novela policiaca, la novela negra y la crónica de viajes. Entre sus títulos destacan Un viejo que leía novelas de amor (1989), Mundo del fin del mundo (1994), Nombre de torero (1994), Patagonia Express (1995), Desencuentros (1997), Yacaré (1998), Hot Line (2002), etc.
UN VIEJO QUE LEÍA NOVELAS DE AMOR
Un viejo que leía novelas de amor es su novela más vendida. Recibió el premio Tigre Juan en 1989, además de otras distinciones internacionales. Ha sido traducida a 33 idiomas y adaptada al cine por el director Rolf de Heer en 1999.
ARGUMENTO
La historia se centra en la Amazonía ecuatoriana y cuenta las aventuras de Antonio José Bolívar Proaño, un anciano que habita en El Idilio, una remota población que solo recibe la visita de un barco dos veces al año. Para matar las largas noches de su vejez, a nuestro protagonista le gusta leer novelas de amor que le lleva dos veces al año su amigo el dentista Rubicundo Loachamín, y procura mantenerse alejado de las ambiciones y locuras de sus convecinos blancos. Sin embargo, se ve requerido por el avaricioso y corrupto alcalde del pueblo para dar caza a una tigrilla que ha matado a varias personas. Durante la caza, Antonio José descubrirá los verdaderos motivos que llevaron al animal a convertirse en un cazador de hombres y le llevará a sentir una mayor comunión con el animal que con sus congéneres.
Primer capítulo:
Los escasos habitantes de El Idilio y un puñado de viajeros que venían de las cercanías se reúnen en el muelle, esperando ser atendidos por el dentista Rubicundo Loachamín, que visitaba El Idilio dos veces al año y calmaba los dolores de sus pacientes con aguardiente. Mientras tanto, a lo lejos se divisaba la pequeña tripulación del Sucre, que llegaría al Idilio apenas el dentista terminase su labor, y luego navegaría rumbo al puerto de El Dorado. Los únicos contentos en la cercanía de la consulta eran los jíbaros, que eran indígenas rechazados por su propio pueblo. Después de atender al último paciente, el dentista se sintió muy aliviado y se encaminó hacia el muelle, donde encontraría a su viejo amigo Antonio José Bolívar Proaño, al que proporcionaba novelas de amor. Allí ven acercarse dos canoas; de una de ellas asomaba la cabeza de un hombre muerto.

Segundo capítulo:
En este capítulo aparece en acción el alcalde, la máxima autoridad, a quien los lugareños apodaban la Babosa. Lo habían enviado a ese rincón perdido a causa de un desfalco. Vivía con una indígena, a la que maltrataba salvajemente y acusaba de haberlo embrujado. Todos esperaban que la mujer lo asesinara algún día.
Cuando el alcalde llegó al muelle, ordenó subir el cadáver e inmediatamente culpó a los shuar aquella muerte, pero Antonio José Bolívar se acercó al cadáver y afirmó que la herida del fallecido fue provocada por un zarpazo de tigrillo y que un animal adulto lo había matado. El fallecido mató a sus crías, y la hembra ahora buscaría la venganza en cualquier hombre. Esto alertó mucho a los pobladores, quienes se pusieron en guardia.

Tercer capítulo:

Antonio José Bolívar Proaño sabía leer, pero apenas sabía escribir su nombre. Vivía en una pequeña choza. Estuvo casado desde los trece años con Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñán Otavalo, pero el matrimonio no consiguió tener descendencia. Debido a las habladurías de los vecinos, decidieron marchar hacia El Idilio, donde Dolores murió al segundo año. Durante un tiempo vivió en la tribu de los shuar, aprendiendo su idioma y algunas costumbres de los indígenas en la selva amazónica, hasta que por causas ajenas a él fue expulsado de aquel territorio.

Cuarto capítulo:

Antonio José regresa a El Idilio, lugar que encontró cambiado. Allí levantó una choza. Muchas veces presenció la faena del doctor Rubicundo Loachamín en sus viajes semestrales. Sus ganas de leer aumentaban, pero para satisfacer su deseo debía salir de El Idilio. Durante dos semanas abandonó su choza y se adentró en el monte, donde cazó algunos animales que le sirvieron para pagar la travesía rumbo a El Dorado, donde esperaba adquirir algunos libros de amor.

Quinto capítulo:

Aparece un nuevo cadáver, esta vez con la garganta destrozada y los brazos desgarrados. Se trataba de Napoleón Salinas, un buscador de oro al que la tarde anterior había atendido el dentista. Antonio José Bolívar confirmó que la tigrilla también había causado esta nueva muerte.

Sexto capítulo:

Antonio José se entretenía con la lectura de sus novelas, con las que se deleitaba con historias para él irrealizables. Un incidente con el alcalde, junto a la envidia de este provocada por el instinto detectivesco del viejo Bolívar para averiguar las dos muertes con la única observación de los cadáveres, provocó que aquel lo obligara a participar en la expedición para dar muerte a la tigrilla.

Séptimo capítulo:

El grupo de hombres se reunió en casa del alcalde y poco más tarde comenzó la expedición. La marcha se hizo muy lentamente, debido a las dificultades del alcalde y su persistencia en caminar con botas, que se hundían constantemente en el lodazal. Además, trataba al resto del grupo de una manera muy poco amable. Encontraron dos nuevos cadáveres: uno con la espalda abierta en dos zarpazos y otro con similares características.

Octavo capítulo:

Durante la noche, y mientras el alcalde dormía sin interrupción, el resto de hombres hacían guardia por turnos. Antonio José Bolívar aprovechaba para leer su novela a la luz de la llama. Debido a los sarcasmos de Antonio José, el alcalde reconoció que no podía seguir desprestigiándose ante la valentía del viejo, y le propuso quedarse solo para dar muerte a la tigrilla mientras el resto del grupo regresaba a El Idilio para defenderlo del animal. El viejo encuentra finalmente a la tigrilla, la cual lo encamina hasta el lugar en el que se encontraba el macho, moribundo, para que dé muerte con su arma. En un desafío frente a frente con la hembra, el animal es herido y cae finalmente muerto de una doble carga de perdigones. El viejo acaricia a la tigrilla y se siente impotente ante tanto dolor y triste final. Finalmente se dirige hacia su choza en El Idilio, donde sus novelas de amor le harían olvidar la barbarie humana.

PERSONAJES

Rabicundo Loachamin: era un dentista que iba dos veces al año a El Idilio, a arreglar la dentadura de los indígenas. Odiaba al Gobierno y tenía un trato muy poco amable con sus pacientes. Era el único amigo de Antonio José Bolívar Proaño, al que le traía las novelas de amor.
Alcalde: era un hombre gordo al que apodaban la Babosa, porque desde que había llegado al pueblo no paraba de sudar. También lo llamaban “su Excelencia”, lo cual aumenta aún más su esperpentización. Todos lo odiaban porque desde que había llegado no hacía otra cosa sino cobrar impuestos, y vender permisos de pesca y caza. Desconocía la selva, pero estaba dispuesto a maltratarla por dinero. Representa un poder absoluto en aquellas tierras.
Antonio José Bolívar Proaño: era un viejo, que sabía leer, pero no escribir. Estuvo casado con Dolores Encarnación del Santísimo Sacramento Estupiñán Otavalo. Luego los dos deciden irse a vivir a El Idilio, como colonos, ya que les ofrecían tierras para poder trabajarlas. Allí conocen a Los Shuar, un grupo indígena que a lo largo del tiempo le enseñaría los secretos de la selva. Al segundo año, la mujer muere a consecuencia de la malaria. Mas tarde Antonio José Bolívar Proaño fue expulsado de Los Shuar, por un hecho penoso que había pasado con uno de ellos. Debido a la soledad que sufría, se dedica a leer novelas de amor, hasta aprendérselas de memoria. Era un viejo solitario, que amaba las novelas de amor, pero a la vez valiente por animarse a vivir solo en la selva.
Los Shuar: eran la tribu indígena de la selva, de la que conocían todos sus secretos. Eran excelentes cazadores, mas solamente mataban a los animales para alimentarse. Tomaban aguardiente, y fumaban cigarrillos de hoja dura.
Se trata del pueblo amazónico más numeroso (aproximadamente de 80.000 individuos). Los Shuar habitan entre las selvas del Ecuador y Perú. Los conquistadores españoles les dieron el nombre de jíbaros. En el trascurso de la historia vamos conociendo diversos aspectos de la cultura de esta tribu: comidas, formas de vestir, códigos de cortesía, etc., e incluso su embrutecimiento por el alcohol, causado por el contacto con la civilización, que hace que algunos de los indígenas, llamados despectivamente “jíbaros” por los demás, se degraden sin solución.
Los gringos: son un grupo compacto que no respeta las leyes de la naturaleza, de la selva. Producen distorsiones que causan todas las desgracias. El autor destaca de ellos su estulticia, como ocurre con el episodio de los monos, que los atacan porque llevan todo tipo de objetos llamativos –cámaras, cinturones, relojes, gafas…-.
La tigrilla: animal hermoso e inteligente, se vuelve agresiva cuando es atacada por los seres humanos. Es el símbolo de la selva.
TEMAS
- La evasión a través de la lectura, representada a través del viejo y el placer que siente al leer sus novelas sentimentales, único entretenimiento en aquel mundo salvaje y embrutecido por el enfrentamiento entre la naturaleza y el hombre.
- La destrucción del Amazonas. Se critica la barbarie humana, que antepone sus intereses a todo lo que le rodea. En ocasiones se ha calificado esta como una novela ecológica, en cuanto se alaba la vida en libertad y se critica a aquellos que corrompen la virginidad de la selva, buscando oro o matando animales indiscriminadamente para conseguir sus pieles. La misma dedicatoria del libro (a Chico Mendes, recolector de caucho, sindicalista y activista ambiental brasileño, que luchó contra la extracción de madera en el Amazonas) enfatiza este espíritu ecologista.
- La envidia. Es un motivo constante en la obra de Sepúlveda; en alguna ocasión manifestó su desdén por la envidia chilena, de la que dijo que deberían exportarla. En la obra encontramos algunos ejemplos (“El cura enfatizaba sus palabras acariciando el gastado empaste . Antonio José Bolívar lo miraba embelesado, sintiendo la comezón de la envidia”).
- Otros motivos: la vejez, la soledad, la supervivencia, la miseria, la dictadura, la educación y la calidad de vida personal.
ESPACIO
La novela transcurre en El Idilio, un poblado en la selva ecuatoriana en el Valle del Nangaritza, uno de los más biodiversos del planeta, conocido ser caudaloso, muy extenso y profundo, donde se puede encontrar una gran variedad peces.
ESTILO
La novela conecta con el mejor realismo de la década de los cuarenta de la narrativa hispanoamericana, e incide en esa lucha del hombre con la naturaleza que representaron importantes novelistas como José Eustaquio Rivera. Por otro lado, también recoge esa sintonía entre fantasía y realidad que representó el “realismo mágico”; como en este movimiento, el lenguaje derrocha creatividad, imágenes originales y un estilo sencillo y directo que capta al lector.
Aparecen abundantes términos y expresio­nes del español de América (“cojudo”; “gringo”), y, especial­men­te, palabras relacio­nadas con la selva (“guatusas”; “capi­ba­ras”; “saínos”), que ayudan a crear, por su componente exótico, ese clima de miste­rio tan caracterís­tico de las nove­las de aventu­ras.
También son numerosos los episodios humorísticos, que aligeran el tono de la novela (“El Gobierno tiene la culpa de que tengas los dientes podridos”; “Y usted, que traspira tanto, todo saladito, es una invitación para estos bichos”.



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