Organización de las
ideas de la columna de Elvira Lindo “Palabras como pedradas”, publicada en el
periódico El País el 07/10/2018.
Si algo ha conseguido la ley mordaza es
que el debate sobre la libertad de expresión no alce en nuestro país el vuelo.
La intervención de la justicia dilucidando si es o no delito la blasfemia o el
exabrupto contra creencias e instituciones del Estado pervierte el fondo de un
asunto que merecería una reflexión cuidadosa. Los enredos judiciales solo nos
conducen a extremos adolescentes, como llenar páginas de prensa con los
consabidos “me cago en Dios”, para defender a un actor que así se expresó. Lo
urgente, por tanto, sería derogar esa ley para que empezáramos a considerar en
serio si el lenguaje contribuye a esta ola de fascismo de nuevo cuño.
En estos días se ha condenado a un año de cárcel
a un tipo que escribió el siguiente tuit: “El asesinato de Lorca está
justificado desde el minuto uno por maricón. He dicho”. Es tal la confusión
sobre el asunto que hay quien ha equiparado, en pro de la libertad de
expresión, el derecho al insulto a las ideas con un comentario injurioso
dedicado a una persona en concreto, en cuyo asesinato es difícil discernir cuál
es la razón que pesó más, si su compromiso político, el resentimiento contra el
éxito o la homosexualidad. Tal vez fuera la confluencia de los tres factores,
pero desde luego hay testimonios, recogidos por Agustín Penón en los cincuenta,
del regocijo que mostraban los asesinos por haberle dado su merecido a un
maricón, como así lo llamaban ellos y el tuitero. El asunto es que mientras las
creencias se eligen, ser homosexual no es una elección, y son muchos los seres
humanos que ahora mismo son encarcelados, asesinados o denigrados por querer
vivir según su legítima naturaleza. La cuestión no es banal: si Lorca merecía
su asesinato desde el minuto uno por ser como era, cualquiera de las personas
que comparta su condición está reclamando el mismo final. Dice el tuitero que
no era un comentario homófobo, solo antipoético. Lástima, en Twitter no caben
los matices: es la mejor corriente para que fluyan los pensamientos simples.
Bolsonaro o Trump no precisan de más caracteres para expresar la homofobia o la
misoginia.
Tampoco está de más que comencemos a tomar
conciencia de que las palabras también agreden. Lo certifican ya estudios
psicológicos que miden cuánto es el sufrimiento que puede experimentar una
persona al ser denigrada por cualquiera que sea su condición. En Una
educación, el extraordinario testimonio de Tara Westover, donde cuenta su
infancia en una granja de Idaho bajo el yugo de un padre mormón que la mantuvo
al margen de cualquier tipo de formación escolar para que no fuera pervertida
por el sistema, hay una escena que me impactó: los hijos trabajan como esclavos
en el taller de desguace paterno; al limpiarse el sudor con las manos, la
chavala se llena la cara de grasa. Su hermano, un joven violento, se mofa de
ella y la llama nigger. Ella no conoce el significado de ese insulto
hasta que, liberándose del yugo paterno, asiste a la universidad. Será allí
donde se enterará de que existieron Rosa Parks, Luther King, la esclavitud, la
segregación y esa infecta palabra que definía a los negros como esclavos.
Cuando regresa a casa por Navidad y su hermano vuelve a insultarla de igual
forma percibe el alcance de su desprecio. Ha aprendido que las palabras tienen
peso e historia. Algo que a menudo ignoramos nosotros, en estas horas altas
para la agresión y bajas para la búsqueda de la verdad.
Pregunta 1: Identificar las ideas
del texto y exponer de modo esquemático su organización.
Las
ideas expresadas en el texto responden al siguiente esquema:
1.
Crítica a la “ley mordaza” y necesidad de su derogación (líneas 1-8).
1.1.
Dicha ley restringe la libertad de expresión.
1.2.
Se judicializan asuntos banales sobre libertad de expresión.
1.3.
Es urgente la derogación de dicha ley.
2. Delitos
procedentes de la superación de los límites de la libertad de expresión (líneas
9-25).
2.1.
Ejemplo: condena a un tuitero por un comentario homófobo de Lorca.
2.1. Inconvenientes del lenguaje simple de
Twitter.
3.
Conclusión y tesis: “las palabras también agreden” (líneas 26-41).
3.1.
Argumentos de autoridad: estudios psicológicos lo demuestran.
3.2.
Testimonio de Tara Westover en su obra Una
educación.
Se trata de un texto que presenta
un tipo de estructura inductiva, pues ofrece argumentos a favor y contra de
la libertad de expresión (en este caso cuando no se respetan los límites
establecidos por ley) y termina con la enunciación de la tesis, que defiende
que también podemos herir con las palabras.
Pregunta 2: Explicar cuál es la
intención comunicativa del autor, y comentar dos mecanismos de cohesión distintos
que refuercen la coherencia textual.
El texto “Palabras como pedradas”, de Elvira Lindo, es
una columna, por lo que pertenece al género periodístico de opinión. En
consonancia con este género, la tipología predominante es la argumentativa, y
la intención de la autora es trasladar
al lector su valoración sobre la libertad de expresión, para convencerle de que
cuando esta sobrepasa unos determinados límites, que serán más o menos rígidos
dependiendo de la ley vigente en un determinado momento histórico, podemos
herir los sentimientos de las personas. La función que predomina es la
referencial, utilizada para la expresión de argumentos, aunque al tratarse de
una columna también encontramos la presencia de la función poética, ya que uno
de los objetivos de la autora es producir placer estético, de ahí la presencia
de figuras retóricas, como, por ejemplo, la personificación “las palabras
también agreden”.
Entre los recursos
de cohesión presentes en el texto, que refuerzan la coherencia textual,
destacamos los siguientes:
·
Uno de los
recursos que se observa en el texto es la reiteración morfológica mediante la presencia
de palabras o expresiones pertenecientes al campo semántico del Derecho, tales
como “ley mordaza”, “libertad de expresión”, “justicia”, “delito”, “cárcel”.
·
Igualmente
aparece la repetición de esquemas sintácticos complejos, pues al tratarse de
una columna el texto presenta un lenguaje elaborado, próximo al lenguaje
literario. Así, abundan los períodos subordinados de todo tipo: subordinadas
sustantivas (“Dice el tuitero que…”), subordinadas adjetivas (“En estos días se
ha condenado a un año de cárcel a un tipo que escribió el siguiente tuit”),
subordinadas adverbiales (“Lo urgente, por tanto, sería derogar esa ley para
que empezáramos a considerar…”), y en
algunos casos períodos con presencia de construcciones en formas no personales
(“dilucidando si es o no delito…”, “como llenar páginas de prensa…”, “para
expresar la homofobia”…).
·
Entre los recursos
de sustitución destacamos la presencia de
sinónimos, tales como el disfemismo “maricón”, perteneciente a la jerga
homófoba, con un claro carácter peyorativo,
y “homosexual”; también aparece el hiperónimo “delito”, relacionado con
hipónimos como “blasfemia” o “exabrupto”; asimismo, el sustantivo “insulto”
puede considerarse un hiperónimo de “maricón”, puesto que con esa connotación
negativa y denigrante aparece al comienzo del segundo párrafo para referirse al
poeta y dramaturgo Federico García Lorca.
·
Como recurso
gramatical de sustitución aparecen numerosas anáforas; así, como pronombres con
valor anafórico encontramos en varias ocasiones el “que”, como en los
siguientes ejemplos: “un asunto que merecería una reflexión cuidadosa”, donde
el “que” es un pronombre relativo cuyo antecedente es el sustantivo “asunto”; “un
actor que así se expresó”, donde el “que” funciona igualmente de relativo
referido al sustantivo “actor”; etc.
Pregunta 3: Señala
justificadamente dos marcas de subjetividad presentes en el texto.
·
Presencia de
la adjetivación modalizadora, de carácter valorativo y subjetivo, y con valor
connotativo, que expresa una valoración personal por parte de la autora
(“reflexión cuidadosa”, “extremos adolescentes”, “comentario injurioso”,
“legítima naturaleza”, comentario homófobo, (…), antipoético”,
“extraordinario testimonio”, “joven violento”, “yugo paterno”,
“infecta palabra”, etc.).
·
Presencia de
complementos oracionales y expresiones que manifiestan un comentario de la
autora con respecto al tema propuesto, con un marcado posicionamiento personal,
tales como “Es tal la confusión sobre el asunto…”, “La cuestión no es banal”, “Tampoco
está de más…”.
·
Presencia de
afirmaciones o negaciones categóricas que expresan la opinión de la autora del
texto, como en el enunciado “Los enredos judiciales solo nos conducen a
extremos adolescentes”, donde la afirmación se enfatiza mediante el uso del
adverbio “solo” en un contexto en el que se excluyen otras posibilidades a la
señalada mediante el sintagma “extremos adolescentes”. Como ejemplo de negación
categórica podemos citar el enunciado “Ser homosexual no es una elección”.
·
Cambios de
registro. Se pasa del registro formal y estándar al informal (“se ha condenado…
a un tipo”) e incluso vulgar (“me cago en Dios”, “la llama nigger”, “maricón”).
·
Presencia del
modo subjuntivo del verbo, como modo que expresa la subjetividad del hablante: “no
alce en nuestro país”, “para que fluyan los pensamientos”, “empezáramos
a considerar” (perífrasis verbal cuyo verbo auxiliar está expresado en
pretérito imperfecto de subjuntivo), “comencemos a tomar conciencia”
(también perífrasis verbal), “fuera pervertida”.
·
Presencia de
recursos expresivos; así, encontramos personificaciones como “el debate sobre
la libertad de expresión no alce en nuestro país el vuelo” o “las palabras
también agreden”, puesto que se atribuyen cualidades o rasgos humanos a conceptos
abstractos como la libertad de expresión; la metáfora “ola de fascismo” (metáfora
de complemento preposicional, del tipo A de B); o el símil o comparación “los
hijos trabajan como esclavos”, mediante el que se compara los hijos de los
trabajadores (término real) con los esclavos (término figurado o imagen).
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