EL TEATRO A PARTIR DE LA
DEMOCRACIA
Como en el campo de la novela o
de la poesía, la crítica ha hablado de cierta “desorientación”, o, al menos, de
una dispersión de tendencias.
En el teatro español reciente
tiene una presencia destacada la obra de madurez de dramaturgos consagrados
como Antonio Buero Vallejo, Antonio Gala o Alfonso Sastre. La desaparición de
la censura propició el estreno de piezas de autores conflictivos para el
régimen político, como Fernando Arrabal, Rafael Alberti o Alfonso Sastre. El
panorama dramático español se enriquece con obras de Bertolt Brecht, Antón
Chéjov, Dario Fo, Eugène Ionesco, etc. Como notas destacadas de este teatro:
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Se crea el Centro Dramático Nacional.
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Proliferan los festivales de teatro.
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Las comunidades autónomas y muchos ayuntamientos se
preocupan de la escena.
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Se subvencionan espectáculos.
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Se salvan nobles y viejos edificios teatrales.
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Se adoptan medidas para atraer nuevos públicos, como el
escolar.
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Pese a ello, las esperanzas no han quedado plenamente
satisfechas. Llegar al público con la mayor amplitud posible sigue siendo el
principal problema.
Dos casos
peculiares del teatro de esta etapa son los de Fernando Arrabal y Antonio Gala.
Fernando
Arrabal (1932), conectado en su juventud con el postismo, desarrolla su carrera
en Francia, desde el teatro del absurdo (El
cementerio de automóviles, 1957) hasta el llamado teatro pánico,
desenfrenado y provocador, con un lenguaje surrealista (El arquitecto y el emperador de Asiria, 1966; Oye, patria, mi aflicción, 1975).
Antonio Gala
(1936), a quien algunos vinculan con la generación realista, cultiva el drama
simbólico-moral (Los verdes campos del
Edén, 1963), el realismo poético (Los
buenos días perdidos, 1972) y la farsa histórica (Anillos para una dama, 1973).
El nuevo realismo crítico de los años ochenta
Desde finales de los años setenta
se consolida un grupo de nuevos dramaturgos que cultivan un realismo crítico de
ambientación principalmente contemporánea, aunque no renuncian a la indagación
histórica. Se trata de un realismo de tono cotidiano y costumbrista en el que
los conflictos individuales se combinan con la denuncia social. Se encuadran en
este grupo José Sanchis Sinisterra (¡Ay,
Carmela!), José Luis Alonso de Santos, que aborda realidades muy actuales
(situación de los jóvenes, droga, delincuencia), en obras como Bajarse al moro, Fermín Cabal (Esta noche, gran velada) y Fernando
Fernández Gómez , con Las bicicletas son
para el verano, obra de corte realista y un claro retorno a una línea
tradicional (sin duda, por la preocupación de captar al público); se trata de
una “comedia de costumbres”, según definición del propio autor, que muestra la
vida de unos personajes corrientes en esos difíciles años.
La tradición vanguardista
La tradición del carnaval y el teatro surrealista influyen en la obra de Francisco Nieva, novelista, dramaturgo, escenógrafo y director cuya obra se caracteriza por su brillantez escénica, su riqueza verbal y su creación de mundos imaginarios, cómicos y disparatados. Su teatro es transgresor, irracional y neobarroco; su autor lo llamó “teatro furioso”. Entre sus obras destacan: La carroza de plomo candente, El combate de Ópalos y Tasia y El baile de los ardientes.
El teatro independiente
Los grupos de teatro
independiente proponen un teatro como espectáculo total en el que el texto se
acompaña de efectos de escenografía, iluminación y expresión corporal de los
actores. Estos grupos aprovechan fórmulas teatrales como el teatro de calle, el
circo, el music-hall y la tradición
carnavalesca. Sus obras dan más importancia al espectáculo que al teatro
(suelen ser de creación colectiva), introducen numerosos elementos plásticos y
sonoros, dan gran importancia a la expresión corporal y tratan de romper la
“cuarta pared”, es decir, la tradicional separación entre actores y
espectadores.
Entre estos grupos destacan Tábano
o Los Goliardos, en Madrid; Teatro Lebrijano y La Cuadra, en Sevilla; Quart
23, en Valencia; Akelarre, en Bilbao; TEU, en Murcia; Els Comediants,
Dagoll-Dagom, Els Joglars, La Cubana,
Tricicle y La Fura
dels Baus, en Cataluña, que introducen en sus espectáculos técnicas propias del
cine, el cabaré, la comedia musical, el circo…
Las primeras obras de La Fura dels Baus (Accions, Suz-O-Suz, Tier Mon) se
representan en naves industriales: los personajes se mueven en medio del
público en una escenografía de residuos de metal y artefactos tecnológicos.
Otros trabajos, como F@usto, versión 3.0,
incorporan la palabra en un espacio teatral convencional, sin renunciar a su
estética expresionista.
Los nuevos dramaturgos
Los nuevos dramaturgos,
generalmente limitados a un público minoritario, representan un retorno al
realismo y a la consideración del texto como soporte principal de la obra
teatral.
Este nuevo teatro trata
conflictos cotidianos que muestran la soledad y las relaciones de poder,
frustración o crueldad que se establecen entre las personas.
Entre los más destacados de estos
dramaturgos se encuentran Ernesto Caballero (Nostalgia del agua), Ignacio del Moral (Fugadas), Juan Mayorga (El
sueño de Ginebra), Paloma Pedrero (La
llamada de Lauren) y Antonio Onetti (Purasangre).
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